Código Binario
- Max de Esteban
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ZZ. ¿Qué te condujo a la apropiación y remix y qué sentido tiene en tu trabajo?
M. La apropiación y el remix tienen una larga tradición artística, empezando por los collages de Picasso. En fotografía, Hannah Hoch y los dadaístas ya en los años 20 crearon piezas importantísimas con este modo de expresión. En la música, por ejemplo, desde los DJs y el Pop actuales hasta Glenn Gould o Miles Davis, la práctica del remix, el collage y la apropiación forman parte esencial de su producción. Lo que quiero decir es que como concepto artístico la apropiación y el remix es algo normalizado y no especialmente rompedor.
La pregunta interesante es por qué ahora, en fotografía, hay una reivindicación de su potencia estética. Y creo que una posible respuesta sería la combinación del agotamiento formal de la perspectiva lineal como representación fotográfica del mundo y el inmenso impacto que la digitalización está teniendo en todos los aspectos de nuestra vida. Yo contestaría a tu pregunta dándole la vuelta y diciendo que se me hace difícil pensar en una fotografía verdaderamente relevante para el mundo en que vivimos que siga respetando la estructura euro-céntrica y reaccionaria de la cámara oscura.
ZZ. ¿A qué te refieres con euro-céntrica y reaccionaria?
M. La perspectiva lineal, que es la estructura visual que resulta de la cámara oscura, es una forma de visualizar el mundo muy particular e ideológica. Panofsky tiene un texto al respecto del año 27, un verdadero clásico, que es un placer de leer.
Pero lo verdaderamente destacable es que es una excepción en la historia del arte. En 10,000 años de historia la perspectiva lineal corresponde únicamente a 500 años y localizados exclusivamente en occidente. Al arte asiático nunca le ha interesado, ni al arte pre-colombino, ni al arte africano…es la forma de ver Europea en un periodo que empieza en el Renacimiento y acaba en el siglo XIX. Y no es casualidad porque su contenido ideológico es bien conocido. La perspectiva lineal ordena el mundo desde el punto de vista de un individuo autónomo cuya individualidad es el principio de sentido del mundo. Es puro Descartes.
Y todos recordamos su Quinta Meditación que plantea que, siendo la esencia de la materia su extensión, la geometría es el instrumento esencial para comprender la naturaleza. La Modernidad se podría definir como el proceso de avance de la abstracción y del dominio de lo cuantitativo sobre lo cualitativo donde el orden matemático-cientifista se afirma como única fuente de conocimiento válido. Hay tanto pensamiento contemporáneo que desenmascara esta narrativa que considero innecesario repetirlo aquí.
Por todo ello, sorprendentemente, mi comentario anterior sigue siendo relevante. ¿Por qué la fotografía digital debe seguir dando prioridad a una estructura visual funcional e ideológicamente amortizada?
ZZ. ¿Porqué consideras que el digital cambia la forma de entender la apropiación y el remix?
M. Las tecnologías digitales nos están conduciendo hacia la transformación radical de nuestro mundo. Sustituyendo la economía industrial por un régimen bio-cibernético, la digitalización modifica nuestro entorno, nuestras subjetividad y pronto, nuestros cuerpos. Es el fenómeno tecnológico que definirá nuestra era y, por tanto, nuestra cultura.
El archivo digital, a diferencia del analógico, es un archivo invisible. Es un código cuya expresión visual es una traducción altamente mediatizada por algoritmos predeterminados y su característica más destacada es precisamente su inmaterialidad.
Esta estructura técnica está en consonancia con nuestro tiempo de abstracción y no-referencialidad y con la financialización digital de la economía. ¿Cómo vemos hoy el mundo? La respuesta la tenemos en las pantallas de nuestros ordenadores y smartphones. ¿Cuál es el aspecto esencial de la economía financiera? La recombinación de unidades de información ya existentes para crear nueva información, el “constructive compositing”. La digitalización ha invalidado definitivamente la narrativa lineal, la perspectiva monocular y la “autoridad” del autor.
ZZ. En tu trabajo das mucha importancia al concepto de tecnología. ¿Puedes explicarnos las razones?
M. Vamos hacia un mundo como “totalidad tecnológica”. La manipulación técnica ha invadido ya nuestro cuerpo, la última frontera, y a nadie le cabe duda de que en breve llevaremos incorporadas máquinas dentro de nuestro cuerpo cómo algo cotidiano.
El cyborg plantea las cuestiones más complejas para nuestra especie que, aunque algo desmejorada, sigue manteniendo la autonomía del sujeto como un valor esencial.
Abstracción, digitalización y cyborg son tres caras de la misma moneda que anuncia, nos guste o no, nuestro nuevo mundo. En mi opinión la reflexión sobre la tecnología es necesaria, urgente y políticamente esencial.
ZZ. ¿Y cómo crees que afecta la tecnología a la práctica fotográfica?
M. Quizás debería hacer primero una consideración. Uno de los problemas de la fotografía es la confusión entre tecnología y uso. La escritura es una tecnología de comunicación que sirve tanto para escribir un contrato mercantil como un poema de Virgilio. Es la misma tecnología pero nadie confunde a Virgilio con un notario. En fotografía tendemos a mezclar los usos, lo que crea una confusión enorme en los discursos críticos. Yo me estoy refiriendo en toda esta entrevista al uso de la fotografía como modo de expresión artístico.
Pues bien, la fotografía ha estado siempre a medio camino del cyborg. Es una máquina que afecta y hasta cierto punto determina la potencia, el pensamiento y la expresión humana y por tanto es un medio idóneo para reflexionar sobre los temas que he mencionado antes.
Pongamos un caso: ¿Como presentar visualmente la abstracción de la economía donde los referentes materiales de riqueza se han sustituido por un código binario? Este es el trabajo en el que estoy metido ahora mismo y que me obliga a repensar lo que “representación” significa en este nuevo régimen visual.
Otro ejemplo: ¿Cómo afecta a las categorías del arte la idea misma del cyborg? Este es el tema al que intento hincar el diente en el texto Cyborg Art: Arte en la era bio-cibernética. Y así mil posibles ideas que convierten a la fotografía en un medio apasionante en este momento histórico particular. Ahora bien, si la práctica fotográfica no acepta el reto que la contemporaneidad le plantea quedará relegada a la banalidad y el anticuario.
ZZ. ¿Cómo eliges las fuentes que utilizas y qué significados aportan a tus series?
M. Como casi todo en la vida, es una combinación de determinación y casualidad. En mi caso, un exceso de planificación y/o reflexión en mi trabajo me produce parálisis y los sueños, o mejor, las ensoñaciones tienen una importancia capital.
Mi último proyecto se llama Código Binario y pretende dar expresión visual a un mundo donde la base de datos y el algoritmo determinan la realidad última, incluida la naturaleza. Es en esencia el fin de la naturaleza tal cómo la conocemos.
Y, por alguna razón que no acierto a explicar, toda la serie son imágenes de mujeres y silos industriales. Podría ser porque mis archivos están llenos de estas imágenes que me han fascinado siempre pero también podría intentar justificarlo como acabamiento de un símbolo primordial donde la mujer y el útero ya no son símbolos relevantes para representar la fecundidad, la reproducción, la belleza o la naturaleza.
Me gustaría comentar un aspecto para mí importante. Los criterios con los que el artista selecciona el objeto “apropiado” pueden ser diversos pero la relación entre artista y objeto nunca es unívoca. El artista es sólo una de las partes. El objeto se rebela, lucha por su naturaleza real, reacciona a la manipulación y la boicotea. El objeto-signo mantiene parte de su naturaleza original por mucho que luches contra ella. Es esa negociación entre idea y realidad la que creo hace de la apropiación algo tan interesante.
ZZ. ¿Cómo incide en la narrativa y temporalidad de tus imágenes tener fuentes con orígenes diversos?
M. Nada tiene orígenes diversos. Nuestro único acceso a lo real son las matemáticas, y la física cuántica ha hecho desaparecer el tiempo como elemento explicativo del comportamiento de las partículas elementales. Arrancar de la fotografía la narrativa y la temporalidad es un objetivo noble y necesario.
Narrativa y temporalidad se pueden analizar desde muchas perspectivas. Por ejemplo, para el arte Cyborg el tiempo es irrelevante ya que puede acumular y eliminar modificaciones de su código infinitamente y por tanto no existen original ni copia. Otro ejemplo menos visionario sería la forma en que hoy vivimos Internet, saltando de un hipervínculo a otro, rompiendo la estructura narrativa original de un texto. La narrativa como mecanismo y fuente de verdad sigue funcionando sólo en Hollywood.
Pero el tema es complejo porque con narrativa y temporalidad en realidad de lo que estamos hablando es de la cuestión de significado. Refutar la narrativa es resistirse al significado determinado que permita la redención (aquí me estoy refiriendo a un conocido ensayo de Adorno sobre Beckett). Eludiendo la narrativa se impide el acceso al mundo confortable de la historia y la fábula.
En Código Binario no hay narrativa. Son puros objetos visuales que pretenden reivindicar su significado en su particularidad material. El código binario, desde su abstracción máxima, crea objetos cuya significación no proviene del código si no de su materialidad. El desencantamiento de la naturaleza moderna, su no-significado, no impide que la naturaleza hable en nuestros cuerpos, en nuestros deseos, sufrimientos y necesidades. Este proyecto, al reivindicar el objeto, reivindica el retorno a un materialismo estético (eso sí, actualizado).
Si lo piensas un poco quizás sea hora de reivindicar también al dios azteca Ometeotl como símbolo contemporáneo. Ometeotl, dios inmanente, invisible e inmaterial que no tenía templo, es creador de todas las dualidades (y por tanto anterior a ellas): tiempo y espacio, masculino y femenino, dia y noche, materia y espíritu, cero y uno. Es el creador de todo. Ometeotl es el código binario.