El hashtag como herramienta para el lenguaje visual

Una de las grandes ventajas en el uso de la fotografía actual, con la ayuda de la democratización de ella como herramienta y de los avances tecnológicos en los medios de comunicación, es el hilo conductor que en la comunicación visual se ha generado para las representaciones colectivas. Esto resulta, en gran medida del servicio que nos brindan las bases de datos generadas a partir del uso de etiquetas, mismas que nos proporcionan información al describir y facilitar la identificación de archivos y contenidos. Uno de los acertados usos de éstas, ha sido el conocido hashtag dentro de las redes sociales (Twitter, Instagram, Tumblr, FB). Después de ocho años de que a Messina1 se le ocurriera el signo de gato para agrupar diálogos en las redes, ha generado un sin fin de posibilidades no sólo para campañas de marketing político o comercial, sino también para categorizar y enlazar información en un mundo virtual con millones de cruces temáticos simultáneos, y que sin dudad ha sido de utilidad para conocer y entender comunidades a las que difícilmente podríamos acceder o a las que constantemente como fotógrafos documentalistas desearíamos comprender y dejar de retratar desde la lejanía y el límite.

01
everydayafrica. Fragmento #Lagos. Foto por Tom Saater @tomsaater

¿Hasta donde puede formalizarse, tener presencia y solidez, una propuesta que nace precisamente de la colaboración y el uso de una red social?

Sabemos que a lo largo de su historia la fotografía se ha relacionado con la memoria personal y colectiva. En este texto no entraremos en la discusión sobre si es testimonio fidedigno de la realidad hoy en día o no, más bien quisiera que nos concentráramos en lo que sucede, se crea, se recrea y se comunica en el presente a través del lenguaje visual. Una de las herramientas actuales para generar este diálogo es justamente el uso del hashtag, pues es un complemento en la imagen fotográfica que ha transformado nuestra comunicación diaria y se ha convertido, de forma simple y económica en una acción masiva y cotidiana a escala global. Basta con acompañar a una imagen de dos o tres palabras antecedidas por el signo de gato para que podamos acceder a un álbum fotográfico categorizado por lugar, tema, estado de ánimo o formato (#streetartchilango); para viajar e identificar en tiempo real a esas comunidades tan alejadas de nuestra cotidianidad pero tan cerca de nuestro lenguaje (everydayafrica, everydayiran) o para concentrar una noticia en testimonio ciudadano y generar movimientos sociales logrando remover conciencias o movilizando recursos en la vida real (#Egipto, #IranElection, #15-M, #BringBackOurGirls, #YoSoy132). Todo esto hace del hashtag un intérprete de la mirada en comunidad, nos brinda un panorama del fenómeno de la representación colectiva en línea y demuestra su función de integradora, pero y ¿cómo conservarlo?

02
everydayiran. Jóvenes tomándose un selfie en el Bazar de #Isfahan #Iran. Foto por Aseem Gujar @myaseemgujar

Hace apenas dos años los hashtags no estaban comprendidos como redes de contenidos, sino únicamente se estudiaban desde un punto de vista masivo, de ahí los trending topics, tan efímeros como un suspiro. Sin embargo cada vez más se genera interés en la investigación y el análisis de este tipo de conexiones para comprender mejor los acontecimientos sociales, políticos, comerciales y por supuesto rebasando fronteras para conocer acontecimientos locales y hasta personales.

El archivo que generan hoy en día los hashtag son registros en tiempo real y documentos en la nube a la que tanto le tememos y a la cual tanto trabajo nos cuesta entregarle nuestro acervo completo. Nuestra comunicación diaria está contenida en ellos y, quizá sin crear tanta consciencia sobre lo que les entregamos, está latente nuestra forma de ver y de pensar. Para conservar todo este archivo, bien podríamos darnos a la tarea de generar una base de datos local, aunque también podemos seguir confiando, como hasta ahora, en ese universo virtual para entregar nuestra historia, compartirla, modificarla, aumentarla, intercambiarla, almacenarla, leerla y releerla o por qué no, desaparecerla.

Consideremos en este sentido al hashtag, como la extensión de la luz a la que llamaba Barthes, el cordón umbilical,2 la piel que compartimos con aquel o aquellos que se han fotografiado para compartirnos quiénes son, qué hacen y cómo viven; para autorrepresentarse e integrarnos dentro de este mundo digital globalizado de metadatos en el que la fotografía ya no se encuentra sola como único medio de expresión objetivo o subjetivo de la realidad, sino que ahora se nutre múltiples disciplinas y medios que la democratizan no sólo como herramienta, sino como un lenguaje en sí misma.


1. Chris Messina, que es un activo defensor del código abierto, propuso el uso de la etiqueta hashtag el 23 de agosto de 2007, con un simple tuit: "Qué les parece si usamos # (numeral) para grupos. Así #barcamp [mensaje]?".

2. De un cuerpo real, que se encontraba allí, han salidos unas radiaciones que vienen a impresionarme a mí, que me encuentro aquí; importa poco el tiempo que dura la transmisión; la foto del ser desaparecido viene a impresionarme al igual que los rayos diferidos de una estrella. Una especie de cordón umbilical une el cuerpo de la cosa fotografiada a mi mirada: la luz, aunque impalpable, es aquí un medio carnal, una piel que comparto con aquel o aquella que han sido fotografiados. —R. Barthes.

Elisa RugoElisa Rugo (México, 1980). Vive y trabaja en México. Fotógrafa, Videoasta y Comunicóloga Visual con especialización en Visualización Creativa por la Universidad de la Comunicación. En 2012, formó parte de la generación del Seminario de Fotografía Contemporánea del Centro de la Imagen. Ha sido parte de exposiciones colectivas en Pachuca, Querétaro, Guadalajara y Ciudad de México. Actualmente es Directora de arte de los sitios fpmeyer.com y museodemujeres.com y forma parte del equipo editorial en zonezero.com. Su trabajo se puede consultar en: elisarugo.pro