Como artista fotográfica, me interesa la relación tensa entre la fotografía y la memoria que crea una nueva realidad en el proceso gradual de desplazamiento y distorsión. Este proyecto explora la manera en que la memoria se apropia de la historia por medio de la fotografía y la manera en que cambia nuestras percepciones del pasado.
Documento las reconstrucciones de la Segunda Guerra Mundial en Texas. Esta guerra, que se ha convertido en parte del mito fundacional de los Estados Unidos contemporáneos, ha permanecido como una de las pocas fuentes no cuestionadas de identidad nacional, justicia y masculinidad al día de hoy. Sin embargo, aunque se considera “la guerra buena” que no necesita embellecerse en la conciencia pública; el pasado se reinterpreta y cambia constantemente a través del movimiento de reconstrucción. La fotografía desempeña un papel significativo en este proceso, ya que los participantes recrean fotografías históricas en su juego de rol y luego usan nuevas fotografías de ellos para presentar su personaje histórico inventado. Esta distorsión de recrear y personificar la historia luego se refleja en el proceso de baño de ácido mordançage a través de su degradación, toxicidad, impredecibilidad, corporalidad y resultado final surreal.
Como proceso, este proyecto va en contra de las propiedades del arte de la fotografía. Lo uso como una reacción ideológica a la atracción evasiva de la cultura digital. En vez de fijar el momento para siempre, borra la imagen y altera la emulsión. En lugar de copias interminables, produce imágenes únicas e irrepetibles. En vez de una captura óptica objetiva, es un objeto físico que muestra la mano del artista en su recreación táctil. Es tóxico, impredecible y se desplaza con el tiempo. Al igual que la memoria, refleja la batalla constante entre la preservación y lo efímero.