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Artículos 


por Pedro Meyer

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Se ha dicho que la democracia es la peor forma de gobierno, exceptuando a todas las otras que se han intentado anteriromente.
Winston Churchill

 

Lo he escuchado una y otra vez, en muchas partes del mundo. Cómo las nuevas tecnologías digitales están distribuidas injustamente debido a que siguen un patrón de distribución regido por la riqueza. ¿Cómo puede uno estar en desacuerdo con una realidad tan básica que se aplica, en nuestro caso, a la fotografía y a las nuevas tecnologías? No podemos, ¿o sí?

Examinemos esto con un poco más de escepticismo y reflexión y podremos llegar más allá de las simples obviedades.

Quisiera decir que esta falta de igualdad no solo es verdadera respecto de la fotografía y las nuevas tecnologías, sino también respecto al acceso al agua, la salubridad, la educación, etcétera.

¿Cómo es que alguien puede hacer declaraciones acusando a la fotografía y a las nuevas tecnologías y dejando de lado asuntos que son mucho más vitales para la supervivencia de un ser humano?

Quizá puedan estar de acuerdo en que no tiene mucho sentido dar tal importancia a la desigualdad de la distribución de la fotografía y las nuevas tecnologías, cuando de hecho hay factores más importantes que están muy lejos de ser resueltos respecto a un acceso democrático al bienestar de toda la humanidad.

 

Con esto en mente, creo que podemos rebasar esta retórica, ya que estoy seguro de que en este simposio probablemente no podremos resolver ninguna de estas desigualdades básicas, aunque podamos contribuir indirectamente de muchas maneras para evitar tal destino.

Esta mañana, el jefe de gobierno de la Ciudad de México anunció que en tres años todos los parques y escuelas tendrán conexión gratuita a Internet. Hace solo unos años, todas las áreas más pobres de la Ciudad de México tenían que robarse la electricidad, como puede verse en la imagen. Así que en la nueva era digital, todos vamos a estar conectados de maneras muy diversas.

©Pedro Meyer

A propósito de puntos de referencia, miren esto: encontré esta banca de piedra en 1974 cuando tomé la foto. En una visita reciente a la misma área, descubrí  para mi sorpresa la misma banca, 34 años más tarde. Pero antes de ver la próxima imagen, les diré algunas cosas sobre esta imagen. Por favor, observen, el techo es de cartón comprimido, y recuerden la distancia de la pared del frente a la banca.

Si ven a la misma banca, la pared frontal de la casa se ha movido a donde estaba la banca, el techo ahora es de concreto y se está construyendo un segundo piso. Efectivamente, ha habido progreso.

Uno de los vecinos pintó la pared. Se ve que les ha ido muy bien a algunos de los vecinos. Han permanecido en el barrio en que crecieron. Claro que algunos se han ido, pero otros se han quedado y lo han mejorado. Solo recuerden cómo se veía esta área hace no mucho.

©Pedro Meyer

Bien pues les daré algunas noticias que nos pueden llevar al optimismo. La Coca-Cola está en todo el mundo. Esto es algo a considerar por parte de todos aquellos que claman por un acceso igualitario en todo el planeta.

Estoy seguro de que entienden lo que quiero decir, que la idea de que algo es accesible para todos no significa de modo alguno que exista democracia de ninguna especie. Tener un producto ubicuo como la Coca-Cola no significa que hay democracia ¿verdad?

Por supuesto, remitiré mis observaciones al mundo de la fotografía, que es con el que estoy familiarizado.

Así que empecemos con algo tan básico como el costo de la película. Me parece que cuando el precio ha llegado a ser de cero, es algo muy democrático. Esto lo haría bastante accesible si fuera lo único a tomar en cuenta. Pero sabemos que las cámaras, así como el resto del equipo e infraestructura necesarios deben ser tomados en consideración.

No obstante, la continua caída de los precios de los artículos necesarios para tomar fotos, nos da esperanza, además del costo nulo de la película.

La erosión continua en los precios ha sido de un 30% anual en los últimos años. Si comparamos la caída de los precios al costo de un automóvil Rolls Royce, éste costaría lo que cuesta una cajetilla de cigarrillos. Tal ha sido la escala en la reducción de los precios.

Recuerdo cuando adquirí uno de los primeros discos duros a mediados de los 80, un Jasmine de 10 megabytes. Pensé que este disco podría ser usado por mis bisnietos. Me costó 2,000 dólares. Cada megabyte costaría unos 200 dólares.