Con la llegada de los franceses al Congo nació, a principios del siglo
XX, el mito de la elegancia parisina entre los jóvenes congoleses que trabajaban para los colonos. Muchos consideraban al hombre blanco
superior debido a su avanzada tecnología, su sofisticación y elegancia.
En 1922, G. A. Matsoua se convirtió en el primer congolés que regresó
de Paris vestido como un genuino señor francés, provocando un gran alboroto y una tremenda admiración entre sus compatriotas. Él fue el primer grand sapeur.

Respetados y admirados por su comunidad, los sapeurs de hoy se consideran artistas. Con sus refinados modales y su impecable estilo al vestir, aportan un toque de glamour en su humilde entorno. Cada uno ejecuta un repertorio propio de gestos que lo distingue de los demás. Ellos también persiguen su gran sueño: viajar a París y regresar a Bacongo como aristócratas de la elegancia.

SOCIÉTÉ DES AMBIANCEURS ET DES PERSONNES ÉLÉGANTES

Qué es la Sape  y quiénes son los sapeurs:
Sape es una palabra del argot francés que signifca “vestirse con clase”. Los franceses utilizan, a menudo, la expresión “il est bien sapé”  para referirse a alguien que  viste con elegancia. El término sapeur es un neologismo africano, derivado de la palabra sape, que denomina a la persona que viste con gran elegancia.

Sin embargo, los sapeurs congoleses reivindican además de la elegancia, la importancia de la educación (no académica), la moralidad y las buenas costumbres. Generalmente, sólo se visten elegantemente los fines de semana y en ocasiones especiales. Los sapeurs dan mucha importancia a las marcas de los trajes  y de los complementos. Un equipo completo puede costar  1.500 € aunque, paradójicamente, muchos de ellos no tienen trabajo. Por este motivo, conseguir un “equipo” que les dé prestigio puede llevarles varios años.