SUITE PORTLLIGAT: PHOTODOCUMENTS

 

De igual forma que la escritura permitía desvelar asociaciones poéticas imprevisibles, para los surrealistas la fotografía proporcionaba el modo de fijar el inconsciente de la mirada. Dalí sintió muy pronto atraído por la capacidad transformadora de la cámara y textos como “La fotografía, pura creación del espíritu” (L’amic de les arts, 1927) dan fe de esta fascinación. Durante los años treinta, intervenciones pictóricas sobre algunas fotos y varios collages ayudan a entender el poderoso influjo de la visión fotográfica en toda la obra daliniana. Por otra parte, el carácter mitómano y la calculada excentricidad del personaje favorecían el constante revoloteo de fotógrafos, entre los que hay que destacar, por sus magníficos retratos, a Man Ray, Brassaï, Cecil Beaton y Philippe Halsman. El álbum fotográfico encontrado en la casa de Portlligat después de su muerte reúne un conjunto de 8.000 imágenes, que vienen a demostrar la atención hacia un uso vernacular y prosaico de la fotografía, en definitiva, tal como ha apuntado la historiadora de arte Estrella de Dedo, “hacia la documentación de la cotidianidad oscura como otra manifestación de la sensibilidad surrealista” (1).

El Centro de Estudios Dalinianos se ha esmerado en catalogar y estudiar este material, que la Fundación Gala-Dalí prevé ir presentando en varias entregas. De hecho, una exposición fotográfica en el Casino Menestral Figuerenc realizada tiempo atrás a partir de los fondos de Melitón Pascua, ya mostraba algunas copias con los inconfundibles paisajes agrestes del cabo de Creus, en algunos casos con trazos ejecutados a tinta, como si se tratase de bocetos de la serie de fantasmagorías pétreas. Si la autoría de los trazos no ofrece dudas, cabe plantease en cambio quién empuñó la cámara. Asiduos a los círculos íntimos del artista, como el propio Melitón, o el mismo Pitu Sala, el pescador-filósofo de Cadaqués glosado en la prosa de Josep Pla, zanjan cualquier reticencia. Pitu, famoso también por haberle arrancado unas tablas a Duchamp en una partida de ajedrez memorable, sostiene incluso haber presenciado sesiones de toma. Normalmente, explican, las fotos se efectuaban con una Kodak Retina II-C a lo largo de paseos por las calas “mientras el divino monologaba sobre el equilibrio cósmico de los huevos de pascua o sobre los movimientos no euclidianos de la caballería en la batalla de Tetuán”.

Otro grupo de fotos hallado en la residencia de Púbol, entre las probables pertenencias de Gala, resulta temáticamente más variopinto pero permite seguir rastreando muchas de las obsesiones del artista: los objet-trouvés, las paradojas visuales, los relojes blandos, las situaciones escatológicas…, así como detalles de mobiliario de diseño vinçoniano avant-la-lettre que hoy haría las delicias de Javier Mercadal u Óscar Busquets. Documentos destinados a la privacidad y no exentos de una particular cualidad onírica, éstas son fotografías puras, directas, sin ninguna artificiosidad. Desde una neutralidad mecánica y objetiva, la cámara se recrea en un registro hiperreal del objeto, que podía exhalar así su densidad simbólica. “La óptica Schneider-Kreuznach de la Retina garantizaba la definición crítico-paranoica necesaria”, (2) concluye el Dr. William Jeffet, conservador del Salvador-Dalí Museum de St. Petersburg, Florida, que se ha convertido en la máxima autoridad en la materia.

 

 

1. DEDO, Estrella de: L’amour fou et l’amour sage: documentos fotográficos del surrealismo, Barcelona: CCCB, 1997.

2. JEFFET, William: The Legacy of the Lentils in Dalí, St. Petersburg (FI): Salvador Dalí Museum.