Daniel Weinstock
Obseso como siempre he sido, desde que me acuerdo,viviendo aislado la mayor parte del tiempo por no sé qué motivo, siento, creo que esas dos partes de mí son las que marcan la pauta de mi trabajo.

Obsesionado con la muerte, con el sufrimiento, con la locura, con el aislamiento y con mis propias diferencias físicas y mentales con respecto a los demás y las emociones que estas preguntas sin respuesta, o con respuestas demasiado dolorosas para querer conocerlas implican, tomo la fotografía como un medio de exorcismo de mis demonios, convirtiéndolos en imágenes en un pedazo de papel, quizá tratando así de librarme de ellos.

Básicamente, mi trabajo es mi búsqueda, mi manera de indagar dentro de mí y tratar de comprenderme y comprender la vida, que a veces parece no tener sentido. Esta búsqueda de sentido brinca todo el tiempo de lo físico a lo espiritual y vice versa. Lleno de culpas, de remordimientos, me lleva a encontrar momentos en que me siento libre y feliz y en que todo parece como debe ser, sin dudas, sin angustia. No obstante, estos espacios pacíficos y serenos son sólo un oasis en los que descanso y tomo fuerzas, me olvido de todo y vivo como fantasío que vive el resto de la gente; pero no pasa mucho tiempo en que mi obsesión de búsqueda, de que debe haber algo más que tengo que descubrir, me mete de nuevo en un mundo lleno de turbulencias, de aire enrarecido difícil de respirar, de prisas, inmerso en una carrera contra reloj en la que imagino tengo que encontrar algo, que no sé qué es, pero que me está esperando antes de irme de aquí.

Un problema, que deriva de mi forma de trabajar siempre o casi siempre inmerso en mi mundo interior, es el económico. Es difícil hacer algo de dinero, por lo menos lo necesario para vivir y comprar el material que se precisa para seguir trabajando, mientras se persiguen caballos con alas. Las imágenes que resultan de mi trabajo son muchas veces fuertes, intensas y con un aura pertubadora, lo que hace difícil su comercialización. Pero es una situación inevitable. Se crea lo que se tiene necesidad de crear.

Por más tortuoso que parece ser mi proceso creativo, no me imagino haciendo otra cosa diferente a lo que hago, a lo que es mi vida. No sé en que momento me atrapó la fotografía. Podría decir que desde niño, pero no es cierto, no recuerdo ningún momento definitivo, un punto de partida. Intuyo que la foto siempre ha estado en mí, a veces como una condena y otras como una bendición.
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